Las fiestas del Señor de la Ascensión: una muestra de la unión en Santa Cruz Xoxocotlán
- Esta festividad no solo es una celebración religiosa, sino también un ejercicio profundo de organización y tejido social
Santa Cruz Xoxocotlán, Oaxaca, 21 de mayo de 2025.- En la esquina de las calles Moctezuma y Progreso, en el corazón de Santa Cruz Xoxocotlán, vive uno de los guardianes de las tradiciones religiosas del pueblo. José Julio Reyes Matías, maestro de capilla, huehuete y rezador de difuntos, ha dedicado su vida a preservar la memoria litúrgica y festiva de esta comunidad oaxaqueña.
En entrevista, el huehuete (un hombre sabio que conoce las costumbres de su pueblo y representa a la familia en un fandango, o sea, en una boda) relata con detalle la historia, el simbolismo y la estructura de una de las celebraciones más significativas: la fiesta del Señor de la Ascensión.
La festividad del Señor de la Ascensión, que se celebra 40 días después del Jueves Santo, tiene una connotación profundamente religiosa. Según narra Reyes Matías, quien también es maestro de capilla (quien enseña a los rezadores y apóstoles que para su participación en Semana Santa) esta tradición conmemora el momento bíblico en que Jesús, tras resucitar, asciende al cielo ante la mirada de sus apóstoles.
A diferencia de muchas comunidades que celebran a su santo patrón en grande, en Xoxocotlán la festividad principal no gira en torno al Señor de la Santa Cruz, cuyo día es el 3 de mayo, sino alrededor de este misterio glorioso del Rosario.
“Muchos preguntan por qué si el patrón es el Señor de la Santa Cruz no se hace esa fiesta grande el 3 de mayo. No hay nada escrito, pero creemos que la tradición viene desde el tiempo de los mayordomos, que datan quizá de mediados de 1600”, explica Reyes Matías.
El templo de Santa Elena de la Cruz fue consagrado un 8 de mayo, probablemente en 1675, y dedicado al segundo misterio glorioso del Rosario: la Ascensión del Señor.
Desde entonces, esa celebración adquirió un papel central en la vida religiosa y social del pueblo. Aunque formalmente la parroquia tiene como patrona a Santa Elena, el corazón de la fiesta se concentra en la Ascensión.
Esta celebración no es solo un evento religioso. Implica una organización social compleja, que involucra al cabildo municipal completo: presidente, síndicos, alcaldes y regidores. Cada uno asume una responsabilidad específica.
“Antes, el alcalde primero contrataba las canastas de las señoritas en San Antonino Castillo Velasco, y también se encargaba de las marmotas que los niños llevaban durante el convite. Era un orgullo hacerlas con papel de China, aunque si llovía se deshacían y quedaba solo el armazón”, recuerda Reyes Matías.
El convite, que se realiza el martes anterior a la fiesta, es la primera gran manifestación pública de la celebración. La palabra “convite”, dice, proviene de “convidar”: salir a invitar a la comunidad a participar. Es un desfile colorido donde niñas y mujeres portan canastas decoradas con flores, acompañadas por marmotas y música de banda.
Los recuerdos de Reyes Matías reviven escenas cargadas de color, sabores y sonidos: marmotas rodando entre risas infantiles, tejate servido a las 12 del día, mientras se adorna el templo, jaripeos con toros del pueblo y bailes que, en otros tiempos, terminaban antes del anochecer.
“Antes, no había vasos desechables. En cada casa donde parábamos durante el convite, gritábamos: ‘¡Queremos agua!’ Y nos daban en vasos de vidrio, que devolvíamos. Así era el respeto por la comunidad y por el medio”.
José Julio no habla solo desde la nostalgia, sino desde un compromiso profundo con las tradiciones que han forjado la identidad de Xoxocotlán. Su papel como maestro de capilla, huehuete y rezador le permite sostener una continuidad espiritual que va más allá de lo religioso: es la memoria viva del pueblo.
La fiesta del Señor de la Ascensión, más allá de los fuegos artificiales o las danzas, es un acto de comunión, de identidad y de resistencia cultural. En cada canasta decorada, en cada nota de la banda, en cada oración entonada, late la historia de un pueblo que no olvida quién es ni de dónde viene.

